jueves, 2 de agosto de 2012

Iba en el tren, leyendo a Murakami...


Esta mañana iba en el tren leyendo a Murakami (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo) y estaba, por cierto, en una parte intrigante, deseando saber qué iba a pasar después.

Una mujer ha empezado a hablar en medio del tren. Los trenes de cercanías en que voy cada mañana al trabajo son como un gusano interminable, todo de corrido; los vagones están unidos en un bloque. A veces hay 2 de estos grandes bloques.

Y esta mujer ha hablado alto y claro. Morena, no muy alta, proyectaba la voz con potencia. Yo miraba a otros pasajeros. No éramos muchos. Unos iban leyendo, otro estaba haciendo un Sudoku; había quien no hacía nada.

Al principio, cuando ha empezado a presentarse, la reacción común: la gente haciendo como que no oye, que sigue leyendo, que eso no va con ellos. Incluso yo trataba de saber cómo continuaba la historia de Murakami.

Pero la voz de la mujer se hacía oír, no ya por lo bien modulada que estaba, sino más bien por su locuacidad, su discurso perfectamente estructurado y rico en vocabulario, de una persona con estudios.

Ella estaba diciendo: 
«… soy licenciada en educación infantil por la universidad complutense, colegiada con el número XXXX, he dado clases a niños de 3 a 4 años y de 4 a 5 años, y ahora que no tengo trabajo [no he llegado a oír lo que había pasado con su puesto] tampoco he podido pagar la casa, y me desahucian.
»Lo habéis podido ver en Cuatro, en Callejeros, han venido los policías a mi casa y nos han echado, a pesar del apoyo de la plataforma contra los desahucios. Los policías agarraron a mi hija de 16 años del pelo, la querían llevar a rastras, los de la plataforma intentaron impedirlo, ahora hay una denuncia por agresión a los agentes, cuando la agresión fue de ellos hacia nosotros…»
Creo que en este punto ha sido cuando el discurso me ha conmovido hasta tal punto que incluso deseaba que terminase, que por favor, dejase de contarnos su historia, que ya estábamos totalmente convencidos de que necesitaba ayuda.

Pero la mujer seguía, porque necesitaba hacerlo. Con esa voz agradable y esa forma de expresarse propia de una profesional de la enseñanza, seguía:

»Yo antes estaba a ese otro lado, sentada, y no le deseo a nadie de ustedes que tenga que estar en mi lugar, de pie, en medio del vagón…»

Se oía la angustia, la desesperación. «… he llamado a muchas puertas, a muchas…», se oía “soy como vosotros y no sabéis el dolor que es ponerme en este otro lado”. Se oía, se palpaba, y se filtraba.

¿Cómo ayudarla? 
Al margen de dinero, me hubiera gustado darle más ayuda, pero mucha más. Le he sugerido que dé clases particulares, a todas las edades, no solo a los niños. Cuando ella estaba muy cerca de mí, he visto que tenía la cara llena de lágrimas. “Ella podría ser yo. Podría ser cualquiera de nosotros”.

Al salir del tren, he recibido un pasquín, con el mensaje principal de “Marcha a Madrid. 15SEP2012

Lo he leído entero. Solo quiero decir que los mineros ya han marchado a Madrid, y que marchar a Madrid no es suficiente, aunque es mejor que simplemente renviar correos en que vemos a las personas que están a nuestro servicio, “representándonos” reírse de nosotros. A mí no me molesta tanto el “Que se jodan” como la cara de satisfacción, la sonrisa de esta elementa, al decirlo. De Montoro me molesta todo, pero la sonrisita y la risita cuando habla de duras medidas… ¿Acaso estos individuos disfrutan con esto?

Creo que se necesita mucho más que movilizaciones (aunque por algún sitio hay que empezar) y que lo que se necesita no me gusta nada tener que vivirlo.


sábado, 28 de julio de 2012

Tenemos lo que queremos


Ayer vi la película “The Guard” (El irlandés), una película de humor negro genial, peculiar, refinada en la creación de cada personaje. Una película especial, que deja un gusto agradable.

¿Y dónde ponen esta película?
Al menos en el centro de Madrid, está en 9 cines, 3 de ellos en versión original.
Para hacer una comparación, la película de Batman “El caballero oscuro” está en 27 cines, 6 de ellos en versión original. Es decir, está en 3 veces más cines que “El irlandés”.

¿Cómo me enteré de la existencia de esta película?
Fue por un anuncio en prensa en que vi el cartel con muchos premios listados arriba: Festival internacional de cine de Valladolid, Globos de Oro, Academia de Cine y Televisión de Irlanda, Premio Peter Sellers de Comedia, Premio del Público en el Festival de Cine Británico de Dinard (Francia) y en el Festival de Sarajevo.
(No es que en aquel momento me fijase en lo que ponía en todos estos premios, sino que hábilmente he recurrido a una ficha sobre la película J).

¿Y por qué no está esta película en el cine más cercano?
Aquí entra el tema de las distribuidoras. Tengo entendido que, para que una película llegue a un cine, se le imponen además otras varias de mucha menor repercusión. De forma que un cine con 8 salas, pone 3 o 4 películas de una misma distribuidora, 1 película europea por narices, y otras 3 o 4 películas de otra distribuidora.

Reflexionando ayer sobre esto, me acordé del tema de las frutas y las verduras.
Los distribuidores rechazan cada día kilos y kilos de frutas y verduras que no tienen los estándares requeridos, no solo de calidad, sino de forma y tamaño. A pesar de que los consumidores digamos que esa fruta tan igual nos parece de plástico, lo cierto es que, si nos intentasen vender aquello que se tira cada día, no lo querríamos. Lo vi en un reportaje, vi cómo las señoras rechazaban aquellas naranjas que “estaban feas”.

Y pensé, ¿quién quiere esto, quién lo decide? ¿Acaso los distribuidores son unos malvados personajes que filtran la realidad?
Y llegué a la conclusión de que somos nosotros mismos los que queremos esto. Nosotros queremos las frutas todas iguales, las verduras también, todo brillante, del mismo calibre y todo de plástico. Igual que nosotros queremos películas todas iguales, todas brillantes, del mismo calibre y todas de plástico.

Tenemos lo que queremos.

sábado, 21 de julio de 2012

Avergonzada de ser española... cambié de opinión



Avergonzada de ser española, avergonzada de toda la clase política, su ceguera y su sordera, y poniendo la mirada en otros países donde no se lucha para llegar más rápido a la Gran Depresión, recupero un poco la esperanza cuando veo la historia de Joan Pujol García, “Garbo”.

Es una historia que desconocía, y que encuentro apasionante: un hombre “común” que sin embargo decide luchar contra el fascismo que había vivido en su Cataluña natal, se hace pasar por agente doble tanto para los aliados como para los fascistas en la Segunda Guerra Mundial.

Al principio, los ingleses no quieren trabajar con él y su esposa Araceli. ¿De dónde han salido, qué saben, cómo nos van a poder ayudar? Después, cuando Pujol se acerca a los nazis que tanto le repelen y les ofrece sus servicios, consigue convencerlos, y con esto, los aliados también aceptan sus capacidades como agente doble.

Pujol, desde Lisboa, fue capaz de inventar hasta 22 agentes residentes en el Reino Unido, lugar en el que nunca había estado, y cada agente tenía su historia, su lugar de residencia, su personalidad, y su manera de informar.

Este tinglado tan fantasioso funcionó a la perfección, tanto, que facilitó en un momento dado el desembarco de Normandía, al hacer creer Pujol que en realidad el verdadero ataque se haría sobre Calais. Llegó hasta el mismísimo Hitler el mensaje de 

“sí, en Normandía se ha desembarcado, pero aun así, el verdadero ataque sigue preparándose para ser realizado en Calais”.

Mientras todo esto ocurría, mientras se acercaba “el día D” del desembarco y Pujol trabajaba a destajo para mantener el engaño de los alemanes, Raimundo Hurtado Hoyos continuaba en la cárcel de Guadalajara, cuatro años después de ser apresado por imprimir panfletos, y esperando a que pasasen otros 3.

Raimundo Hurtado Hoyos fue otro español de esa época tan convulsa que me hace recuperar cierto orgullo por esta nación. ¿Por qué? Raimundo no fue agente doble, no influyó directamente sobre las acciones de un dictador nazi, ni salvó a España de ningún ataque. Sin embargo, Raimundo mostró humanidad, optimismo, nobleza y entereza ante las torturas, experimentos médicos, el hambre y la enfermedad, provenientes de la España nazi.

Me escalofría ver el documental de “Hitler, Garbo… y Araceli” como algo del pasado, mientras leo sobre Raimundo Hurtado Hoyos como algo que acaba de pasar. ¿Por qué siento esto? Es como si no se hubiese curado esta herida. El propio libro lo dice al final: “Estos edificios… esas cárceles”. Muchos de los edificios que tenemos en el centro de Madrid fueron cárceles (o checas) improvisadas para “interrogatorios” (es decir, torturas) durante los primeros años de la posguerra.

Si estos edificios estuvieran abandonados pero aún en pie (como se pidió que se hiciese con la cárcel de Carabanchel), para mostrar al mundo lo que hubo, lo que fue, entonces lo sentiría como pasado. Pero edificios como “Gobernación” solo han lavado su cara para ser “el reloj inofensivo de la puerta del Sol”. Y es que claro, estos edificios ya existían de antes y fueron ocupados. Fueron ocupados.

Lo que realmente me anima a escribir sobre Pujol y Hurtado Hoyos es que toda una historia convulsa, muy reciente, sigue pesando sobre las cosas que ocurren ahora. Por mucho que queramos echar tierra, el muerto está muy vivo. Como afirma Giulia Tamayo
“los promotores del olvido creen haber precintado la memoria”. 

Se desollaron los derechos humanos en aquellas reclusiones de personas inocentes. Se desollaron, se degollaron, se fusilaron.

Sobre Raimundo Hurtado Hoyos, y “esas cárceles”



Sobre Joan Pujol García, y ese “pasado”




martes, 3 de julio de 2012

La cultura del presentismo



Un aplauso a las empresas que se han unido a la corriente de la racionalización del horario, impulsada por la Comisión Nacional de la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE).

Quizá la productividad no aumente en España porque se confunde con número de horas trabajadas. Sin embargo, falta un término en la ecuación. La productividad es la cantidad de producto por unidad de tiempo. Ocurre que, si aumentamos la cantidad de tiempo sin aumentar la cantidad de producto, la productividad disminuye. Es decir, alargar el número de horas no garantiza más cantidad de producto.

Además, determinadas horas son altamente improductivas, como las que se trabajan después de comer. Acostumbrados a comidas copiosas, nos enfrentamos a tardes en las que la sangre está en el estómago, y lucha por intentar subir al cerebro.

Ya habíamos hablado en nuestro blog sobre la importancia de conciliarla vida laboral con la personal.

Esta conciliación supone un factor de motivación de primer orden, para cualquier trabajador, esté en la situación personal que esté. Poder mantener aficiones, amistades, descanso suficiente y hábitos saludables, es algo que repercute de forma directa y positiva en el rendimiento del profesional.

También habíamos mencionado la absurdez de tratar de ahorrartiempo, porque es imposible por definición.

¿Qué buscan en realidad las empresas españolas cuando alargan el horario de forma generosa o no conceden jornadas intensivas en verano? ¿Qué se gana? ¿Acaso han hecho el análisis de lo que supondría que esas jornadas se rigieran por el sentido común?

Carlos García-Mauriño, presidente de ASEFARMA, sí lo ha hecho. Es tan solo un ejemplo de empresa en que se han implantado medidas de flexibilización de horarios y conciliación. Esta empresa ofrece la posibilidad de que los profesionales trabajen desde su domicilio, la aplicación de un horario continuado o la reducción de jornada en la proporción adecuada a las necesidades de cada trabajador, entre otras medidas.
La cuenta de resultados de esta empresa ha reflejado un aumento de la rentabilidad del 30%, gracias a estas y otras medidas.

¿Cuál es tu caso? ¿Tu empresa fomenta la conciliación? ¿Qué opinas de los horarios partidos?

viernes, 29 de junio de 2012

Mario Balotelli


Me encanta este hombre.
Mario Balotelli se llama. Lleva el pelo rapado al cero y lleva una cresta parcialmente teñida de rubio platino.
Y por más que se llama Mario, y por más que se apellida Balotelli, a mí me parece que se llama Warrior. Warrior, el guerrero.
Es curioso, porque, una vez decidida a escribir este artículo, oigo decir que “parece un gorila” y que “si me lo encuentro por la calle salgo corriendo”. Y es cuando ya veo obligatorio escribirlo.
Porque a mí me parece una escultura, un dios de la guerra, una belleza llena de fuerza.
Y cuando hizo su postura de: “aquí está el guerrero; llamadme Warrior” se quedó como en estado de trance hasta que un compañero se lanzó encima de él a abrazarle. Antes de eso, estaba inmutable, y después, comenzó a moverse como recuperando la humanidad; bajando de los cielos.

lunes, 18 de junio de 2012

Vacaciones de verano... ¿para ti?


Dentro de poco comienza el verano. Ya quien más quien menos, todos tenemos en mente las vacaciones. Quizá algunos (o muchos), desde hace unos meses, ya que el calendario laboral se ha secado de festivos hasta el 15 de agosto, al menos en Madrid.

A pesar de la crisis, todos intentaremos irnos. Sí, ese “todos” generalizado que suele tener excepciones. La crisis ya no es solo la crisis; es una gran depresión. Pero “el pueblo de los padres” está ahí. Y los que no solemos ver la playa durante el año, queremos ver “cualquier” playa. Esto sí que es curioso, me comentó una persona de una zona de costa que aquí usamos la expresión “a la playa” para responder a “¿Dónde te vas de vacaciones?”. Y que en la costa eso es como decir: “al parque”. Ya pero ¿qué parque? ¿Dónde? A los de interior nos da igual qué parque, realmente.

Antes de irnos, sin embargo, ya estamos pensando en la vuelta. Conozco mucha gente que dice: “ya verás a la vuelta, el contraste, el choque”. Y todavía no se han ido. Esto lo nombra Osho en el Libro de la nada. Llevamos un cierto tiempo pensando en un futuro idílico, esas vacaciones en la playa, y al tiempo pensamos ya en la vuelta.

Y lo peor, estando allí, estando en el lugar soñado, deseado, y sabiendo que permaneceremos tan solo unos días, unas semanas el más afortunado, pensamos ya en volver. Quizá incluso empiezan las peleas familiares/conyugales, y se está “deseando” volver para recuperar la normalidad, lo que yo llamo el estado vegetativo.

Vamos que, teniendo una oportunidad de estar despiertos, de vivir la vida intensamente, de disfrutar de aquello que durante el año nos parece tan difícil (aire libre, sol, agua, excursiones, buceo, juegos, siestas interminables, salidas nocturnas al raso…) llegamos allí y no sabemos.

Parece que, al no tener entrenamiento en el ocio, se nos muere la capacidad de gozar. Y esto sí que me parece triste. Gozar, reír, sentir. De tanto tiempo en estado vegetativo se nos escurre la espontaneidad, se nos oxidan las ideas, y se nos acartona el cuerpo.

Bueno, pues este año, en lugar de permitir este desastre, ¿por qué no nos centramos en disfrutar de lo que podamos? Incluso aquellos que no tengan medios de ir a ningún sitio, ni playa ni pueblo ni dios que lo fundó, ¿por qué no aprovechan el tremendo calor para vivirlo a fondo, despertar, ser conscientes?

Ánimo, yo lo voy a probar.
¿Qué piensas? ¿Dónde te vas este verano? ¿Te quedas?
¡Cuéntanos!

viernes, 1 de junio de 2012

Estimada rata:


En estos tiempos no solo se han llevado el queso de donde lo tenías localizado, sino que te recorres el laberinto y no encuentras ni ese ni ningún otro queso. Pero el queso no se lo ha comido otro. El queso ha sido abducido.
Los tiempos exigen que nos identifiquemos con ratas, con cuervos, con buitres: rebuscando en la basura, recogiendo lo que rechazan otros, atacando todos a una un objetivo para poder derrumbarlo… y comerlo.

Lo que más me llama la atención es que veo personas muy válidas a las que les está costando encontrar una fuente de ingresos, mientras hay personas muy acomodadas en su puesto de toda la vida, ya sea en empresa pública o privada, que piensan que esto de la crisis no va con ellos.

Ayer decía Jean Ziegler que hay alimentos suficientes para alimentar al doble de la población mundial, así que la escasez la están provocando grandes corporaciones concretas, identificables, señalables y condenables.
Vamos, que como decía, el queso anda por algún lado. “debe haber”, “debe haber”… esto decía un alumno mío de contabilidad. Sí, justo por el Debe y el Haber de algunas empresas, de algunos bancos, es por donde se ha colado el queso. Al tomar formato contable, ahora no hay quien se lo coma.

Entoces, ¿qué hacer? ¿Peregrinaje en busca de otros laberintos con sus correspondientes quesos? ¿Permanecer en el sitio a ver si por arte de magia cae otro queso en la misma casilla? ¿Empezar a comerse las paredes del laberinto, que igual también alimentan?

Reaccionar es necesario, pero exige un esfuerzo mucho mayor, justo cuando menos fuerzas se tienen. No es lo mismo continuar con una rutina de comodidad que actuar para que la rueda gire en sentido contrario. No es lo mismo actuar lleno de energía que actuar desde el miedo, la tristeza o la desesperación.

Por eso creo que ahora lo que se impone es colaborar. No solo colaborar virtualmente en la red, sino ayudarse de verdad, avisarse, construir redes de trabajo que puedan proveer con costes muy bajos y sin la pesada estructura de una empresa. Estaríamos hablando de un tejido empresarial no ya formado por pymes, sino por micro-pymes o incluso individuos que son su propia marca.

Así que el paso es madurar, ser adulto, ser autónomo en las dos acepciones, y ser capaz de liberarse de la estructura de laberinto que tiene actualmente nuestra sociedad.

¿Qué opinas? ¿Estás de acuerdo?

Déjanos tus comentarios… y ¡Feliz San Viernes!

viernes, 27 de abril de 2012

Un poquito de e-learning



Fíjate en la imagen: ¿qué te transmite? ¿Qué te ha llamado la atención primero, las imágenes, el texto? ¿Qué relación pueden tener entre sí estas imágenes?
Esta imagen es un ejemplo de pantalla que puedes encontrar en la formación por ordenador, e-learning, concebida por un diseñador instruccional.


¿Qué es un diseñador instruccional?

Es un profesional de la enseñanza por ordenador. Su misión es ayudar a los estudiantes a encontrar sentido a la nueva información que les llega.

Esta forma de enseñar irrumpe de alguna forma en el aprendizaje que se produce de forma natural: siempre estamos aprendiendo. Aprendemos de forma activa cuando realizamos tareas o actividades, y de forma pasiva cuando reflexionamos sobre la vida. Recibir un curso es para el alumno un aprendizaje forzado, incluso aunque de él puedan derivarse experiencias positivas de aprendizaje.

¿Qué aporta la enseñanza e-learning?

La mayoría de la enseñanza se ha basado tradicionalmente en poner mucha información delante del estudiante, con el fin de que, de forma similar a una esponja, la absorba toda y sepa reproducirla. Esta forma de educar lleva al estudiante a memorizar sin entender, soltarlo todo en un examen, y olvidar automáticamente lo que nunca aprendió. De ahí lo inútil de enseñar con este método, que al mismo tiempo priva a los alumnos de un verdadero aprendizaje experiencial y más humano.

El diseñador instruccional, consciente de esto, elige aquellas partes de la información que es importante transmitir, dando instrucciones sobre cómo asimilarla, cómo utilizarla. Así, no propone cientos de estímulos contradictorios. Sabemos que la atención humana es muy limitada, y si se divide y reparte, desaparece pronto. Por ello, al formar, es necesario guiarla y mantenerla despierta. Literal y figuradamente.

Además, es importante dotar a la información de un contexto. De otra forma, es muy fácil ignorar elementos que se desconocen. Por ejemplo, cuando alguien escucha un término que no significa, tiende a eliminarlo de la información global que recibe, o peor, le da el significado que se le ocurre.

¿Qué es el aprendizaje colaborativo?

Lo interesante de las herramientas colaborativas, auténtica revolución en la enseñanza, es que, si 4 ojos ven más que 2, 40, 400, 400.000 ojos ven mucho, mucho más. Es el poder del compartir múltiples perspectivas, algo imposible con los sistemas de enseñanza tradicionales que, desgraciadamente, siguen en vigor.

Además de la colaboración, el buen aprendizaje que otorga un buen diseño instruccional es concreto, conciso, breve, claro, por lo que ayuda a centrarse en lo realmente importante en menos tiempo y con menos dinero.

La clave es enganchar, motivar al soberano de la enseñanza: el alumno

El buen diseño de contenidos engancha. Es como una novela, como un best-seller. Hace que lo leamos con interés y lo recordemos incluso cuando no lo estamos leyendo. Para que el contenido enganche, debe ser claro y tener un sentido para quien lo lee.

Lo que engancha es, además, más que mera información. El simple hecho de presentar datos ante los ojos del alumno no hace que automáticamente los absorba, ni esto tendría interés alguno.

Para compartir algo más que información, el buen diseñador instruccional se centra en el alumno, no en los contenidos que quiere transmitir. Esto es clave. El alumno es el soberano de la formación. Sin él, no hay enseñanza. Frente a las teorías tradicionales centradas en el emisor de un mensaje, hace ya muchos años que emergieron teorías centradas en el receptor. El mensaje está bien comunicado si el receptor lo capta y comprende, y no si el emisor lo lanza con un formato espectacular.

¿Empatizas con tus alumnos?

Este interés por lanzar un mensaje centrado en el emisor es completamente humano: egocéntrico. Y sin embargo, quien mejor se comunica es quien es capaz de empatizar con el otro, de ser flexible a la forma de ser del otro, quien tiene un interés genuino en el otro.

Lo que importa por tanto no es la información que transmitimos, sino el significado que le da el receptor. Y es clave que el diseño instruccional sea “intencional” para que dirija al receptor a un solo significado, el que deseamos comunicar.

Además, la actitud con la que el receptor acoge esos contenidos es fundamental en el grado de aprendizaje. Muchas veces, el alumno no desea aprender, sino que “tiene que” hacer un curso por obligación. El aprendizaje es espontáneo y voluntario, por lo que motivar al estudiante se convierte en algo necesario.


miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Hace bueno?

Esto de que “hace bueno” lo vamos a tener que revisar. ¿Qué es hacer bueno? ¿Qué es bueno?


Cada día me levanto, me asomo y me digo: “otro día… igual”. Ninguna nube, aire frío al amanecer, calor al mediodía. Un hongo creciente sobre la capital y que se extiende a muchas de sus ciudades.


Es buen tiempo porque la humedad es contraproducente para muchas dolencias: artritis, reumatismos, enfermedades crónicas, problemas de estómago…


Es buen tiempo porque la ropa no tiene que ser tan pesada, no hay que llevar paraguas, no hay que incomodarse.


Es buen tiempo porque por primera vez vamos vestidos por la calle igual que en la oficina: como si todo el año fuese verano (excepto en verano, en que en la oficina debe vestirse de invierno.


Pero yo pienso que no, que no hace bueno. Y eso que a mí el tiempo que está haciendo, este verano en el invierno, me sienta mucho mejor que el invierno habitual.


Y es que una atmósfera poco húmeda provoca más electricidad estática. Igual que los electrones están alterados, parece que la gente está alterada, estresada, y esto solo puede ir a más con la primavera a la vuelta de la esquina.


Esta sequedad provoca multitud de síntomas incómodos: prolongación de las alergias, problemas respiratorios, estreñimiento, problemas de la piel…


Y por eso reitero que lo bueno se define de forma relativa. En Economía se estudia que es peor demasiado que demasiado poco. Esto significa que, cantidades excesivas de cualquier “bien” (bien, cosa buena) lo acaban convirtiendo en un “mal” (mal, cosa mala). Demasiado “buen tiempo” acaba siendo malo de la misma forma que demasiada agua puede anegar cosechas y desbordar ríos. Por esto nunca llueve a gusto de todos… ni a gusto de todos luce el sol.


Luego hay todo tipo de teorías, tanto las que defienden que este cambio en el clima lo ha provocado el ser humano como las que consideran que es ajeno a nosotros. Parece ser que ha habido bruscos cambios climáticos (en unos 50 años) en otras eras. Sea o no externo, cualquier medida que haga mejorar el medio ambiente será bienvenida. Si menos coches acceden a las capitales, menor será el hongo de contaminación. Otro concepto económico: ir en coche es bueno para mí y malo para los demás, pone el bien propio por encima del bien ajeno. La contaminación es una externalidad negativa, una consecuencia “mala” de algo que se supone que era el consumo de un “bien”.


A ver si deja de hacer bueno.


viernes, 9 de marzo de 2012

Que las cosas las haga otro

No me quiero molestar. No quiero hacer un esfuerzo. No me interesa tener que elegir. Que elija otro.

Estas son las consignas de la sociedad de consumo elevada al grado máximo: el consumidor como soberano, recostado en un rico diván, pagando para que otro le presente todo tipo de bienes y servicios, preseleccionados, y le indique lo que le va bien.

Por el lado positivo, surgen nuevas figuras ¿impensables en un tiempo anterior?: la señora que te cocina la comida, el señor que te hace los recados, o los trámites y papeleos, la personal shopper que te dice qué ropa puedes llevar y qué colores te favorecen, la que te limpia la casa, plancha tu ropa y lleva y recoge a tus niños. E incluso, el que te pasea al perro o cuida de él durante las vacaciones.

Hay un cuento oriental en que un príncipe ve ejecutar un baile bello y complejo, y se pregunta: “¿Por qué no buscan a alguien que lo haga por ellos?”. Lo imagino recostado, con sobrepeso, con una expresión de aburrimiento, de desidia, viendo a esforzados bailarines tratar de lograr la perfección ante sus ojos.

Y llegamos al lado negativo: cada vez que es otro quien nos saca las castañas del fuego, perdemos la oportunidad de hacerlo por nosotros mismos. Perdemos la oportunidad de entrenar habilidades, de aprender métodos más óptimos de lograr algo. Sobre todo, perdemos la oportunidad del disfrute, nos privamos de entrar en el estado de flujo al realizar una actividad; al “hacer” frente al “ver”.

El dejar que otro haga las cosas se extiende de forma soterrada y pulposa a otras esferas. Ya no hablamos de pagar a alguien para que nos “ahorre tiempo” (el tiempo NO se puede ahorrar), hablamos de dejar que sean otros quienes resuelvan por nosotros los problemas de trabajo… o las tareas del hogar. La expresión es algo así como: “Si cuela…”. En lugar de meterse hasta el fondo en una cuestión, “mancharse las manos”, sumergirse en los factores que influyen en una situación, la cultura del no me quiero molestar nos lleva a permanecer al margen.

Permanecer al margen puede ser interesante cuando vives la vida con conciencia plena, en primera persona, con una visión directa de la realidad. Esto no es lo común. Lo común es que, quien permanece al margen, esté anestesiado y viva la vida como si estuviera soñando… o teniendo una pesadilla.

Realmente estamos presentando dos casos extremos: la plena acción y consciencia y la falta de acción e inconsciencia. Es un continuo sobre el que nos situamos todos. ¿Hacia dónde prefieres tender?

Feliz San Viernes.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Te tomas 10 minutos?


El pasado 2 de marzo (San Viernes por más señas), hice una presentación-charla de mi libro Estar Mejor Que Bien.

A ella asistieron varias mujeres esperando que yo les hablara de los diversos temas que trato en el libro. Sin embargo, lo que a mí me interesaba es que ellas me hablaran de sus experiencias, de sus impresiones, vivencias e intuiciones, sobre diversos aspectos del desarrollo personal. Me apetecía conocerlas mejor, saber qué aspectos les podían ayudar e interesar.

¿Qué es la meditación?
Uno de los temas que surgió es qué es la meditación, y qué importancia puede tener. Existen miles de definiciones sobre lo que es y deja de ser meditar, basadas en unas u otras creencias. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que meditar es poco más que no hacer nada, o que hacer algo y solo eso. Por ejemplo, cortar cebollas. En otra charla similar, una participante comentó: "Yo medito cuando corto cebollas".

Acallar el ruido permanente de nuestro cerebro es curativo. Es relajante, ayuda a re-conectar con nuestro yo más profundo, elimina lo accesorio, diluye las preocupaciones sin sentido... La quietud de la mente descontamina de toda la información que se nos ha ido quedando de forma pegadiza o pegajosa, como esas canciones repetitivas que uno no consigue quitarse de la cabeza.

La meditación te ayuda a ser feliz
Está demostrado que hacer meditación ni es difícil (es decir, no se trata de una técnica avanzada e incomprensible), ni es perjudicial. Todo lo contrario: desarrolla la capacidad de ser feliz. La alegría solo es posible desde la calma, desde la activación del sistema nervioso parasimpático. Pasamos demasiadas horas al día con el sistema nervioso simpático altamente activado. Demasiadas horas liberando cortisol, adrenalina. Pocas horas liberando endorfinas. Pocas horas solo "siendo", "estando".

Hay a quienes esto de "meditar" les suena muy aburrido. Son incapaces de frenar, tomarse diez minutos les parece una pérdida de tiempo. Cuanto más rechazo provoca la idea de parar sin hacer nada, de "hacer no haciendo", como dicen los taoístas, más necesario puede resultar.

¿Vives en un estado constante de miedo?
Se viven tiempos de incertidumbre, de carencia, de freno... de MIEDO. El miedo nos bloquea, es la emoción más restrictiva, estanca nuestra energía, nos ata casi literalmente de pies y manos. Ante esto, el comportamiento en las empresas es de locura. Es moverse como un pollo sin cabeza. Ahora más que nunca, en medio del pánico, del caos, del futuro incierto con tintes tenebrosos, es cuando es importante aprender a parar, respirar hondo, y meditar.

Para saber más:

http://www.bubok.es/libros/207244/Estar-Mejor-Que-Bien
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/02/espana/1330679766.html

lunes, 13 de febrero de 2012

Relatos siniestros...



¿Existe vida en otro planeta (Marte)? ¿Por qué se describen los OVNIs como platillos y a los extraterrestres como niños cabezones con ojos muy grandes? ¿En qué se basan? ¿Qué oculta la NASA al respecto (si es que oculta algo)? ¿De dónde vienen y cómo vienen los alienígenas (si vienen)? ¿Somos capaces de imaginar formas de vida superiores no similares a la nuestra (cuerpo, sentidos, etc.)? ¿Son las plantas unos seres diferentes? ¿Será verdad que al final todo se reduce a la química? ¿Es cierto que la materia y la energía ni se crean ni se destruyen, solo se transforman? ¿Es posible que haya más de un UNIverso? ¿Qué es el átomo? ¿Cuáles son los ingredientes de la Coca-Cola? ¿Se sabe dónde están el Arca Perdida, el Arca de Noé y el Santo Grial? ¿La túnica sagrada?

Ninguna de estas preguntas encontrarán respuesta en Relatos Siniestros, pero eso sí, ¡pasarás un rato genial!


sábado, 28 de enero de 2012

¿Dependes de un aparato electrónico?



Lo reconozco: estaba deseando recogerle, no veía la hora de ir a por él, trataba de distraerme leyendo pero no lo conseguía, era como querer volver a ver a un novio que se fue a la guerra. Lo que pasa es que no era un novio, era mi ordenador.

Tres días sin él, y he pasado el síndrome de abstinencia, concretamente, de abstinencia de Internet. Sin mi ordenador, he notado una sensación de aislamiento y soledad en casa. Si no hubiera tenido televisión me habría echado a las calles para buscar gente.

Creo que Internet crea una falsa sensación de estar con gente, es un engaño para el cerebro. Y además, crea una falsa sensación de que la gente es divertida, positiva, comprometida socialmente. Y yo estoy permitiendo que mi cerebro se engañe tanto con la ilusión de estar en relación con otros como con la ilusión de estar ocupada, tener quehaceres. En lugar de dedicarme a quehaceres reales, hago un montón de cosas en el ordenador que no sirven para nada y que roban mucho tiempo. Es una droga de la inconsciencia.

En estos tres días, me ha dado por llamar a varias personas de las que no me habría acordado si hubiera encendido el ordenador. Es más, de algunas solo me habría acordado al ver sus emails. De otra forma, es como si esas personas hubieran dejado de existir.

Y esto me pasa a mí que nací sin ordenadores. ¿Y a las generaciones que nacen con esos cacharros en las manos (iPod, iPad, tableta, smartphone,…)? Creo que esto aumenta la ilusión de no ser animales, pero desgraciadamente aleja las posibilidades de autodefensa en el caso de que se produjesen situaciones extremas, como un conflicto bélico.

Es increíble, porque sin el ordenador, la vivencia del silencio es mucho más intensa. También la relajación, la vivencia de un tiempo ralentizado, vacío, la ausencia de la sensación de que “hay que” darse prisa por algo.

He observado que el trabajo con el ordenador, incluso fuera de Internet, da una falsa sensación de prisa, como si hubiera que hacer todo corriendo, apagar fuegos, alarmas. Cuando lees un texto en pantalla, no lees con la paz y tranquilidad con que lo harías si estuviera en papel. Además, te cansa mucho más.

Normalmente, ninguna información en el PC es como una hoja con letras y punto. Es como tratar de leer una hoja con letras muy juntas y pequeñas mientras te asaltan anuncios de colores, cada vez más dinámicos, que dividen tu atención. Si además de eso te saltan mensajes de que te ha llegado un email, de que se va a instalar una actualización, de que va a iniciarse el antivirus, de que tu equipo está en riesgo, de que alguien te escribe por Skype o por Msn… ¿quién puede concentrarse en una tarea? ¿Qué calidad de trabajo puede salir de ahí?

En lo que quiero hacer hincapié es en la irrealidad de la urgencia que imprime a nuestras vidas un aparato de estos. La urgencia no es real. No hay urgencia. Además, la importancia de los hechos está además trastocada: todo parece tener el mismo nivel de importancia, excepto lo que “llama” en ese momento tu atención, que se pone en el primer lugar, haciendo que todo lo demás se interrumpa.

La vida de tu cuerpo languidece mientras estás conectado/a. Tu verdadera vida social se resiente mientras estás conectado/a. Tu nivel de estrés aumenta y tu capacidad de respuesta creativa disminuye cuando estás conectado/a. Tus posibilidades de autodefensa reales, tus instintos salvajes, tu fuerza natural, se extinguen mientras estás conectado/a. Desconéctate un rato.

lunes, 2 de enero de 2012

El día de la marmota

¿Puedes vivir la vida de otra manera?

Hasta ahora, todo ha consistido en superar una serie de fases, más o menos obligatorias, con la sensación de que todo debe ir a más, a mejor, sin haber un máximo, o con un máximo tan lejano que parece inalcanzable. ¿Puedes cambiar tus creencias para que esto deje de ocurrir?

Tengo la sensación de que, en realidad, no hay nada que hacer. El mundo se podría terminar en el 2012, como algunos auguran, y no quedaría realmente nada pendiente. Piénsalo: todos los años de vida laboral que nos quedan. En mi caso, más del doble de lo que llevo. Todo eso queda por hacer, pero nada de eso existe ahora, en este momento.

Por mi parte, he decidido dejar de creer en la progresión a mejor, en la ambición. Me parece que cuanto más sube una persona, más se aleja de su centro, de quien es de verdad.

He decidido vivir cada día el día de la marmota: solo importa el presente. Me funciona estar muy consciente del presente. Si es bueno, para disfrutarlo en grado máximo. Si no es tan bueno, para cuidarme de la mejor forma posible. Esto significa que se vive con lo que se tiene hoy, no con lo que se tuvo ayer ni con lo que se imagina tener mañana.

La mayor fuente de frustración es vivir el presente como algo provisional, algo que acabará, que nos ocurre por error, tal como también defiende Viktor Frankl. Si uno cree que se librará de su situación porque le tocará la lotería, su jefe se jubilará, su jefe morirá, etc., entonces sufre continuamente, dado que estas expectativas no siempre se ven cumplidas. Se viven estas situaciones como si verdaderamente hubiera otra oportunidad para, ya sí, ser felices, otra vida después... Éste es un gran error.

Yo voy a reproducir la película del día de la marmota ("Atrapado en el tiempo") desde el momento en que el protagonista, una vez que se ha suicidado de las más diversas formas, decide empezar a mirar a su alrededor. En lugar de disfrutar de su tiempo linealmente hacia un futuro distinto (y mayor, mejor), lo disfruta de forma síncrona, en el momento presente, y observa cada vez detalles distintos. Además, como está atrapado en el tiempo, se entretiene en aprender a tocar el piano, aprende francés, e incluso aprende a colar naipes dentro de un sombrero. Porque total, da igual. Está en una especie de cárcel... hasta que empieza a ayudar a los demás.

Paradójicamente, desde el día en que decidí vivir cada día en el día de la marmota (y “día” lo he repetido para divertirme un rato), empecé a hacer cosas distintas. Por ejemplo, como el tiempo ya no cuenta, pues he decidido repasar gramática inglesa. Sé que suena a pestiño pero para gustos no hay nada escrito. También me he puesto a hacer cursos de formación continua, una afición que llevo cultivando varios años. Por otro lado, como el tiempo no cuenta, estoy estudiando medicina tradicional china. Y quién sabe si incluso estudiaré chino, después de todo.

Antes de tomar esta determinación, opinaba que es absurdo estudiar un idioma siendo adulto, porque está demostrado que no se llega a fijar en las estructuras neuronales, ni se llega a pronunciar sin acento. De hecho, el propio Richard Vaughan defiende con razón que el idioma sin acento se aprende antes de los 6 años. El caso es que, como los 6 años míos quedaron atrás, creo que ahora ya da un poco igual tener 37 que tener 43.

¿Cómo lo ves? Te sugiero que lo pruebes durante unos días, al menos. Da una gran sensación de libertad, y quita una gran carga de estrés al eliminar la creencia básica “debo mejorar cada día”. Además, como te sitúas en el día de la marmota y sabes que al día siguiente volverás a encontrarte con lo mismo, pues empiezas a tener un agradable sentimiento de que no queda nada por hacer, y de que puedes hacer lo que te dé la gana.

En fin, comparto este gran descubrimiento con todos/as vosotros/as con la esperanza de que os pueda servir.

sábado, 24 de diciembre de 2011

El valor de servir

Cuando vi la película Criadas y señoras (The Help) por mi cumpleaños, me hizo reflexionar sobre el acto de servir. Me pareció que son más humanos quienes sirven, pues van contra sus instintos, contra su ego. Los que sirven quedan detrás de la escena, la presencian como observadores pasivos: ver, oír, callar. Son criados, mayordomos, chóferes, limpiabotas...

Servir es un arte, un trabajo duro que requiere humildad, un gran corazón, dejarse a uno/a mismo/a para el final... Siempre he admirado el trabajo de los camareros tras una barra atestada en un bar: te saludan cuando entras, recuerdan lo que tomas al segundo día, un solo camarero tiene atendidas a unas veinte personas, te cobran en cuanto pides la cuenta. Trabajan a una velocidad impresionante, con bastante buen humor, energía, vitalidad. Lo veo como la excelencia en el servir.

Poco después tuve la oportunidad de volver a ver Lo que queda del día, con Anthony Hopkins. En un momento dado, el mayordomo reflexiona: “un hombre no puede darse por satisfecho hasta haber hecho todo lo necesario para satisfacer a su patrón”. Y creo recordar que lo dice cuando su propio padre fallece durante la película y él no está a su lado, al pie de su cama, sino que está sirviendo a su patrón.

Quizá hay una diferencia importante, un matiz, entre las criadas de la película y los camareros o este mayordomo: la libre voluntad. El trato que se daba a las “criadas” era cercano al trato a un esclavo. Era como decir: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”.

En el caso de Anthony Hopkins, él libremente entrega su voluntad al patrón. A partir de ahí, comienza una relación similar: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”, o también “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”, pero en la que ambos parecen estar de acuerdo. El que sirve por voluntad propia dice: “yo me pongo por detrás de ti, me pongo en último lugar”. En el caso de Criadas y señoras, las criadas se ven obligadas a ponerse en último lugar: no estaban con sus propios hijos y además, cuidaban los hijos de los otros.

Admiro a quien sabe servir, porque no se puede servir con agrado si no nace de dentro. Igual que no se puede obligar a alguien a ser espontáneo, ponerse en el último lugar y por detrás de otra persona a la que se sirve es un arte, o es aprendido a base de golpes.

Detesto la actitud de algunos “jefes” hacia sus “subordinados”, que siguen las mismas premisas de este cántico tan humano como inhumano: “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”. Afortunadamente, cada vez se extiende más la figura del directivo-coach, que busca colaboradores, no sirvientes.

Por todo esto, pienso que el valor del que sirve está muy por encima del servido, por eso me parece que el que sirve tiene cualidades más humanas.

Alrededor del servicio, por último, se me ocurren diversas expresiones en que la palabra aparece: servicio al cliente, actitud de servicio, servicio técnico, servicio post-venta... En todas estas actividades subconscientemente esperamos que la voluntad del que sirve se plegue a la nuestra, y no tiene por qué ser así.

Por ejemplo, en La vida secreta de las palabras, la enfermera sirve al quemado, le sirve correctamente y le trata con una delicadeza exquisita, pero su voluntad no se somete a la del enfermo. En la enfermera se puede distinguir claramente dónde termina su vocación de ayuda y dónde comienza su persona privada, que no está al servicio del enfermo y que es libre.

Respetemos al que sirve, sea por necesidad o por voluntad propia.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Errata gorda, que no rata gorda...



Queridos y queridas lectores y lectoras,



Algunos ya habéis detectado una errata en el libro Estar Mejor Que Bien, en la página 95. Gracias por comentármelo.



Aunque si lo pensáis bien, más que una errata es una especie de lapsus linguae o de traición de mi subconsciente...



En cualquier caso, ¿no parece más bien un chiste?



Premio al que encuentre la siguiente.


PD: lo que pone en la página 4 arriba no es una errata :-)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Talento, creatividad y éxito: cómo ahuyentarlos de tu empresa

Día llegará en que se reconozca generalmente la posibilidad de trabajar más y mejor en menos tiempo. El trabajo sin el esparcimiento agota. Nuestra natural propensión al esparcimiento nos enseña que no debemos negarle su parte en la vida.

El cerebro que está ocupado sin cesar en una misma tarea no funciona tan vigorosamente como cuando descansa o varía de ocupación. El ser humano que trabaja de continuo sin esparcir jamás el ánimo, invalida su aptitud para la felicidad.

No ha de ser el ser humano tan esclavo del trabajo que agote sus fuerzas en procurarse un modo de vivir sin atender el perfeccionamiento de su carácter.


Esto escribió Orison Swett Marden alrededor de 1900 (hace más de un siglo). Y no podemos decir que se tratara de un hombre vago que buscaba escurrir el bulto y hacer la menor cantidad de tareas posibles. Al contrario, con unos orígenes bastante humildes Marden llegó a ser un gran empresario que construyó varios hoteles en EE. UU., no sin dejar de escribir incansablemente muchas obras similares a La alegría de vivir, que es de donde hemos extraído estas citas, obras para ayudar a las personas como tú y como yo a tener éxito y ver lo bonito de la vida. Se dice que Orison Swett Marden es el precursor de obras como Poder sin límites y El Secreto.

Podemos decir que Marden tenía talento y creatividad, y que tenía un éxito probado en los negocios. Es decir, la persona que afirmaba que se puede trabajar más en menos tiempo y que se necesita tiempo libre y descansos para el cerebro, fue capaz, con estas creencias, de desarrollar su talento, creatividad y éxito. Es más, yo diría que gracias a sus creencias que arriba recogemos, tuvo Marden este éxito.

Esto me recuerda a un libro que me influyó bastante en mi época de consultora de formación, Love’em or lose’em (Ámales o piérdeles). Es un libro en que se describe cómo retener el talento en una compañía, y cómo impulsar la creatividad para lograr el éxito.

En el mundo en que vivimos y en la situación en que estamos ahora, destacaré las razones económicas de por qué es interesante retener el talento. Las autoras del libro, Beverly Kaye y Sharon Jordan Evans, nos dan el siguiente ejemplo:

Un ingeniero con talento y creatividad pide un aumento del 15% del sueldo (digamos 15.000 $), y su jefe se lo niega. Este profesional encuentra otro trabajo en que le pagan un 30% más. ¿Qué proceso se desencadena después?



  • Se contrata a un cazatalentos al que se le pagan 40.000 $ para que busque a quien pueda reemplazar a nuestro ingeniero


  • Se encuentra a cinco candidatos cuyas entrevistas nos cuestan 5.000 $


  • Se selecciona al nuevo profesional, pagándole un bonus de 10.000 $, y él negocia el salario en un 25% por encima del anterior ingeniero


  • Nos enteramos de que el anterior ingeniero está obteniendo negocio para la empresa de la competencia de varios millones de euros


  • Los compañeros del que se ha marchado empiezan a irse también a la nueva empresa.


Este ejemplo puede parecer exagerado pero está basado en datos reales. Los directivos no suelen saber cuánto puede costarles perder a alguien de valor, porque nunca calculan esos costes.
Por otro lado, en el artículo de Alan M. Webber cuyo nombre dice todo “Peligro, compañía tóxica”, nos dicen que “No es verdad que la lealtad haya muerto. El problema reside en que muchas empresas reciben de su gente la respuesta que se merecen”. Vamos a destacar también los datos económicos, dado que algunos directivos solo son sensibles a los números:





Un estudiante de mi clase le preguntó a Russo por qué SAS hacía tantas cosas
para su gente.
“Tenemos alrededor de 5.000 empleados. El año pasado, nuestro
índice de rotación fue del 3 por ciento. ¿Cuál es el promedio de la industria?”,
preguntó Russo, a su vez. Alguien sugirió el 20 por ciento. Aunque le pareció
bajo, decidió usar ese porcentaje para su demostración: “La diferencia entre el
20 por ciento y el 3 por ciento es de 17 por ciento. El 17 por ciento de 5.000
personas representa un total de 850. ¿Cuánto cuesta la rotación por persona en
términos de sueldos?”. Los estudiantes estimaron el costo como equivalente al
salario de un año, sobre la base de un sueldo promedio de 60.000 $. Aunque Russo
volvió a considerar bajas ambas cifras, las empleó para seguir adelante con su
ejemplo: “Multipliquen 60.000 $ por 850 personas — dijo— ; eso es más de 50
millones de dólares de ahorro. Así es como la empresa paga el gimnasio, la
atención médica en el lugar de trabajo y el resto de los detalles pensados en
función de la gente”. De manera que si SAS puede ahorrar 50 millones de dólares
al año en menores costos de rotación, estamos hablando de ventajas financieras
reales.


Seguiremos hablando de estos temas; nos parece crucial en los tiempos que corren.







sábado, 19 de noviembre de 2011

6 buenas razones para estar mejor que bien





¿Qué es Estar Mejor que Bien?

Es un ensayo sobre la felicidad y cómo conseguirla. Libro de recetas para encontrarnos no solo bien, sino «mejor que bien». Ofrece una serie de recursos totalmente prácticos para el desarrollo personal.


1. ¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es ayudar a la persona que lo lea a SER FELIZ, a reírse, a cambiar de paradigma, a ver las cosas de otra forma, a coger las riendas de su vida, a no dejarse caer en el estrés, en la depresión, en la desesperación.

2. ¿A quién va dirigido?

Estar Mejor Que Bien está dirigido a personas como tú, razonablemente satisfechas con su vida, que valoran su felicidad, y que quieren mimarla y cuidarla, porque la felicidad es buena no solo para nosotros mismos/as, sino también para aquellos que nos rodean.

Es un libro perfecto para regalar.

Cualquier asociación dedicada al desarrollo personal, así como los psicólogos, profesionales de RR.HH. y coaches pueden recomendar este libro. También asociaciones de mujeres, pues suelen ser temas de nuestro interés.

Ya está a la venta en formato papel y electrónico aquí.

3. ¿Qué es lo más especial de este libro?

Se trata de un libro «circular», el lector puede elegir leerlo secuencialmente o puede jugar y elegir su propia aventura de desarrollo personal.

4. ¿Qué historia hay detrás?

La obra Estar Mejor Que Bien comenzó hace cinco años como una serie de apuntes tomados de uno de los libros más importantes en la literatura empresarial. Un problema de salud que parecía puntual, pero que ha resultado ser crónico, hizo que buscara lecturas de motivación, positivismo y proactividad.

Un libro llevó a otro, y a otro, todos empezaron a conectarse entre sí, y observé que podía sacarse un extracto interesante de todos ellos, que fuese de ayuda, práctico, dirigido a los diferentes estilos de aprendizaje que se dan. En vez de tener que leer los al menos veinte libros con los que trabajé estos temas, el lector de Estar Mejor Que Bien solo tiene que aprovechar su jugo, como un zumo de sabiduría de grandes autores.

Al mismo tiempo, las nuevas realidades que surgen de tener una enfermedad crónica con treinta y tantos años, pienso que ayudan a ver con más perspectiva y serenidad la vida, y a saber qué es lo realmente importante. Espero haber destilado también algo de este aprendizaje en el ensayo.

5. ¿Qué piensan sus primeros lectores?

Su primera lectora, una directora de recursos humanos con amplia experiencia en la formación, y buena amiga mía, me comentó que Estar Mejor Que Bien es «de lectura muy ligera y aporta herramientas reales para conseguir estar “mejor que bien”»

6. Entonces, ¿estás mejor que bien?

Te invito a conocer el mundo de Estar Mejor Que Bien. El título pretende decir esto con una expresión alegre y desenfadada: no se trata solo de estar bien, sino de estar incluso mejor. Y no a toda costa, sino con prácticas fáciles de hacer y aplicables en el día a día.
Ahora puedes conseguir tanto en formato papel como digital el libro Estar Mejor Que Bien (EMQB) aquí.







martes, 15 de noviembre de 2011

Algo muy gordo debe de estar pasando...




No me ha hecho falta una crisis para darme cuenta de que mi perra Kira vive mejor que yo.
Pero no es que mi perra viva mejor que yo, es que las mascotas de todos nosotros viven a cuerpo de rey, mientras que nosotros/as salimos cada día para traer el pan a casa…
¿Qué está pasando?

Parecía que, con la invención de los ordenadores, íbamos a empezar a tener una vida mejor. Antes, el sueldo solía provenir del cabeza de familia, y esta única persona mantenía a toda su familia. Entonces todo cuadraba. Posteriormente, el milagro: se inventan máquinas que trabajen por nosotros y “podremos ver a papá”.

Imaginábamos un futuro de robots en casa que te saludaban, al tiempo que, cuando te dabas la vuelta para ir a tu cuarto, te daba cierta aprensión, por si podían saltarse las tres reglas que les impuso Asimov.

¿Quién se imaginaba que los sueldos se iban a dividir por dos y que iba a hacer falta que dos personas de cada hogar, como mínimo, trabajasen para mantener a una familia de menos miembros? ¿Y quién se imaginaba que estos robots en realidad son ordenadores de los que hemos acabado siendo esclavos?

Pues a mí esta situación, gustarme me gusta poco, pero a mi perra Kira le encanta. Sí, ella me ve salir por las mañanas, y dice para sus adentros: “¡qué bien! Mamá se va al curro para mantenernos”. Luego se pasa durmiendo la mayor parte de la mañana, y a veces se pasea y se estira un poco. Cuando me ve, quiere salir a pasear. Yo la paseo por la mañana y por la noche, la doy de comer por la mañana y por la noche, la mantengo, le hago compañía. Cierto es que el perro es el mejor amigo del hombre, en este caso de la mujer, pero claro, no me extraña: tiene a su disposición a unos esclavos que, cuando terminan su jornada de esclavitud hacia el ordenador, comienzan su jornada de esclavitud hacia ellos.

Y yo repito: algo muy gordo debe de estar pasando para que las mascotas tengan una calidad de vida muy superior a sus dueños. Al margen de las primas de riesgo, y de su cuñado, algo muy gordo pasa en este “primer mundo occidental”. Y algo que no se arregla fácilmente…

lunes, 3 de octubre de 2011

Bienvenido/a la tierra. Tu misión: ser feliz




¿Qué te hace sentir vivo o viva?

Mucha gente me dice: ah, no, yo nunca he tenido vocación de nada. O te dice: yo quería ser bombero o astronauta, como todos los niños. Y yo les pregunto: ¿qué te entusiasma hacer? ¿Qué actividad hay que cuando la haces te desentiendes del paso del tiempo, del mundo que te rodea? ¿Qué te hace sentir vivo o viva? Antes de todo el oleaje de confusión con los estudios y las carreras profesionales, ¿a qué te gustaba dedicar la mayor parte de tu tiempo?

¿Cuánto tiempo le dedicas a esa actividad?

De aquí suelen salir actividades que parecen aficiones, pero a continuación me dicen: ya, pero es que de eso no se puede vivir. Vale, de acuerdo, ¿cuántas horas le dedicas al día, a la semana, al mes a esa actividad que te ilumina la cara con solo mencionarla? ¿Ninguna? Quizá de eso no se pueda vivir, o quizá no lo hayas probado lo suficiente. Lo que sí está claro es que sin eso se puede subsistir en una permanente frustración y sensación de fracaso, incluso si tu posición desde fuera es envidiable.

¿Quién es “yo”?

Recuerdo unas extrañísimas clases a las que asistí en BUP. La asignatura se llamaba Teoría del Conocimiento, y el profesor lanzó una pregunta curiosa: si tiras al aire todas las palabras que forman el Quijote, ¿existen posibilidades, aunque sean mínimas, de que caigan por azar escribiendo precisamente el Quijote? Yo escuchaba aquello y trataba de imaginarme todas esas palabras cayendo a la vez y lo veía francamente difícil. Pero el profesor dijo que sí, que existía esa posibilidad.

Después nos preguntó: ¿existen posibilidades de que en algún tiempo pasado, presente o futuro vuelvas a existir tú, o exista otro “yo” (que eres tú)? Por mi parte, eso me pareció mucho más probable: ¡pues claro, con la de gente que hay! Pero de nuevo, el profesor nos quitó la razón (a los que sorprendentemente seguíamos atendiendo). Tu “yo” es único, y no puede haber existido, ni existir ahora en otra parte, ni existir en el futuro.

La chispa divina

Según la medicina tradicional china, nuestra energía procede de diversas fuentes, algunas de ellas son hereditarias y otras adquiridas. A su vez, entre las hereditarias hay dos tipos de energía, la ancestral, que sería la herencia genética, y la energía primigenia, que es nuestra parte más celeste. Es como una chispa que cada uno de nosotros lleva como parte del fuego cósmico.

Quizá eso es una explicación alternativa para esta huella personal que llevamos dentro, la marca, lo que te hace ser “yo”. Y en esta chispa está escrita la “idea del cielo”, aquello que has venido a hacer en la tierra, siempre según el taoísmo.

Y no creáis que soy yo quien desempolva un saber taoísta ancestral. Está a la orden del día hablar de esto, aunque sin mencionar la parte poética. Esa chispa que podemos llamar “divina” es la que nos define como personas únicas, es la que es “yo”.

Tu misión

A veces, los consultores de habilidades hablan de la “misión personal” y de la “brújula interior” y cualquiera diría que todos íbamos destinados a ser Einstein, pero entonces la formación, la influencia cultural, y los padres, nos llevaron a ser aburridos administrativos.

Sin embargo, pienso que la chispa del cielo, el elemento que hace que tú seas tú y estés destinado/a a tu misión secreta personal, la gracia es que puedes llevarla a cabo. En ti está la semilla de esa acción que te va a realizar; llevas dentro tu vocación. Y curiosamente, cuando más consciente eres de ella es cuando eres pequeño.

Todo aquello con lo que naces es justo lo que necesitas para realizar en la tierra aquella idea del cielo. En este sentido, eres perfecto/a tal como eres y la frustración no tiene cabida. Pero, ¿por qué entonces hay tantas personas frustradas, descontentas, desmotivadas con su situación? Porque todas ellas han olvidado cuál era su misión.