sábado, 21 de julio de 2012

Avergonzada de ser española... cambié de opinión



Avergonzada de ser española, avergonzada de toda la clase política, su ceguera y su sordera, y poniendo la mirada en otros países donde no se lucha para llegar más rápido a la Gran Depresión, recupero un poco la esperanza cuando veo la historia de Joan Pujol García, “Garbo”.

Es una historia que desconocía, y que encuentro apasionante: un hombre “común” que sin embargo decide luchar contra el fascismo que había vivido en su Cataluña natal, se hace pasar por agente doble tanto para los aliados como para los fascistas en la Segunda Guerra Mundial.

Al principio, los ingleses no quieren trabajar con él y su esposa Araceli. ¿De dónde han salido, qué saben, cómo nos van a poder ayudar? Después, cuando Pujol se acerca a los nazis que tanto le repelen y les ofrece sus servicios, consigue convencerlos, y con esto, los aliados también aceptan sus capacidades como agente doble.

Pujol, desde Lisboa, fue capaz de inventar hasta 22 agentes residentes en el Reino Unido, lugar en el que nunca había estado, y cada agente tenía su historia, su lugar de residencia, su personalidad, y su manera de informar.

Este tinglado tan fantasioso funcionó a la perfección, tanto, que facilitó en un momento dado el desembarco de Normandía, al hacer creer Pujol que en realidad el verdadero ataque se haría sobre Calais. Llegó hasta el mismísimo Hitler el mensaje de 

“sí, en Normandía se ha desembarcado, pero aun así, el verdadero ataque sigue preparándose para ser realizado en Calais”.

Mientras todo esto ocurría, mientras se acercaba “el día D” del desembarco y Pujol trabajaba a destajo para mantener el engaño de los alemanes, Raimundo Hurtado Hoyos continuaba en la cárcel de Guadalajara, cuatro años después de ser apresado por imprimir panfletos, y esperando a que pasasen otros 3.

Raimundo Hurtado Hoyos fue otro español de esa época tan convulsa que me hace recuperar cierto orgullo por esta nación. ¿Por qué? Raimundo no fue agente doble, no influyó directamente sobre las acciones de un dictador nazi, ni salvó a España de ningún ataque. Sin embargo, Raimundo mostró humanidad, optimismo, nobleza y entereza ante las torturas, experimentos médicos, el hambre y la enfermedad, provenientes de la España nazi.

Me escalofría ver el documental de “Hitler, Garbo… y Araceli” como algo del pasado, mientras leo sobre Raimundo Hurtado Hoyos como algo que acaba de pasar. ¿Por qué siento esto? Es como si no se hubiese curado esta herida. El propio libro lo dice al final: “Estos edificios… esas cárceles”. Muchos de los edificios que tenemos en el centro de Madrid fueron cárceles (o checas) improvisadas para “interrogatorios” (es decir, torturas) durante los primeros años de la posguerra.

Si estos edificios estuvieran abandonados pero aún en pie (como se pidió que se hiciese con la cárcel de Carabanchel), para mostrar al mundo lo que hubo, lo que fue, entonces lo sentiría como pasado. Pero edificios como “Gobernación” solo han lavado su cara para ser “el reloj inofensivo de la puerta del Sol”. Y es que claro, estos edificios ya existían de antes y fueron ocupados. Fueron ocupados.

Lo que realmente me anima a escribir sobre Pujol y Hurtado Hoyos es que toda una historia convulsa, muy reciente, sigue pesando sobre las cosas que ocurren ahora. Por mucho que queramos echar tierra, el muerto está muy vivo. Como afirma Giulia Tamayo
“los promotores del olvido creen haber precintado la memoria”. 

Se desollaron los derechos humanos en aquellas reclusiones de personas inocentes. Se desollaron, se degollaron, se fusilaron.

Sobre Raimundo Hurtado Hoyos, y “esas cárceles”



Sobre Joan Pujol García, y ese “pasado”




1 comentario:

  1. La verdad es que el documental sobre Garbo me gustó mucho, es admirable la inventiva y la capacidad de persuasión que tenía. Este país es capaz de lo mejor pero también de lo peor!
    Abrazos sin espías

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