domingo, 5 de septiembre de 2010

Pero, ¿qué estás buscando?

Seguimos con ese buscador que no es tal, y que no es encontrador, y que en definirse a sí mismo/a se pasa media vida... o toda ella. Este buscador “ficticio” tiene otra característica que quizá no hemos mencionado más que de pasada: busca objetos que no existen. No es que busque objetos difíciles de encontrar, es que lo que busca es una creación que está en su mente, y que no concuerda con la realidad porque suele reunir características de objetos reales que son opuestos. Es como si se definiera un objeto inexistente con la absurda esperanza de que, tan sólo por haberlo definido, se convirtiera en real, se materializara.

Esto de buscar una definición que no existe puede parecerse a buscar un animal inventado, o extinguido. Por mucho que busquemos dinosaurios sobre la tierra, sólo encontraremos sus pequeños parientes, los reptiles (y quizá las aves). Pero como el buscador ficticio no quiere encontrar nada, dirá que esto no es un dinosaurio y que vaya cosa más cutre se le ha aparecido en forma de lagartija.

Es el bucle infinito de buscar una definición que está en la propia cabeza, no encontrarla, olvidar lo que se estaba buscando, y volver a definirlo partiendo de cero, pero definir lo mismo otra vez.

Ésta es la razón por la que el buscador que no es puro, o buscador ficticio, sigue dando tumbos por la vida y siente que sufre, siente que ve espejismos, corre hacia ellos, y se desintegran en sus narices: el buscador ficticio OLVIDA lo que estaba buscando. Y lo olvida porque este es el mecanismo que permite que siga en su actividad febril y estéril, es lo que provoca que sea un/a experto/a en amargarse la vida.

Nada que ver con un verdadero buscador, de pura raza, que sabe que lo es desde que nace hasta que muere, y que se siente como pez en el agua en esta actividad. El buscador puro tiene en común con el encontrador que no define nada, tan sólo se deja llevar. Un buscador que no se deja llevar no está buscando, está tratando de encontrar en los objetos del mundo real aquellos idealizados que están en su mente. Son objetos platónicos. Un buscador puro, sin embargo, no suele tener ideas prefijadas en la cabeza, tan sólo actúa, motivado por el descubrimiento de la novedad, de lo diferente, del juego.

Entonces, los buscadores ficticios solemos utilizar dos mecanismos devastadores que nos mantienen en un juego sin fin: buscar objetos con características opuestas, y olvidar aquello que buscábamos.

Cuando buscamos objetos de características opuestas, buscamos trabajos desafiantes, motivadores, con poco horario, muy bien pagados, estables y vitalicios. O buscamos parejas que sean amantes, maridos (o mujeres), comprensivos pero aguerridos, fuertes y viriles pero sensibles, y un largo etcétera. A veces, algunos puestos de trabajo combinan ser motivadores con ser estables, y a veces, algunas parejas son atractivas pero leales...

Lo que le pasa al buscador ficticio es que persigue lo que perseguiría cualquier buscador puro (esto es, la novedad, la diferencia, el desafío, el juego, la motivación) y lo que perseguiría cualquier encontrador (esto es, la estabilidad, la rutina, la seguridad, el apego, el apoyo). El buscador ficticio se queda en medio y no encuentra por dónde tirar, al polarizar en exceso el mundo, y querer ver los polos opuestos recogidos en el mismo ser, en el mismo objeto.

Además, decíamos que el buscador ficticio olvida. Define aquello que quiere, lista de forma pormenorizada las características de su trabajo ideal o de su pareja ideal, y se pone a buscar. Pronto comprueba que lo que hay fuera no se adapta a lo que él/ella ha definido. En lugar de corregir su modelo platónico, de redefinir, de renunciar a algunos rasgos por otros preferidos, decide que el modelo no funciona y lo borra de su mente... o eso cree. Al cabo del tiempo, tras diversos choques con la realidad, el buscador ficticio construye con esfuerzo nuevos modelos platónicos que, curiosamente, se corresponden bastante con los que tuvo antes. Pero no se acuerda.

Si como yo eres buscador/a ficticio/a, te recomiendo una de dos: dejar el modelo en la basura definitivamente, o retocarlo eligiendo por primera vez en tu vida aquello a lo que no tienes más remedio que renunciar para obtener aquello otro que deseas por encima de todo.

Cuéntame cómo te va.

2 comentarios:

  1. ¿Por qué el buscador ficticio se embarca en esa empresa imposible? Me suena como ir avanzando por un camino e ir poniéndose las piedras y los obstáculos uno mismo, como si no hubiera ya piedras suficientes. ¿Será que en el fondo no quiere encontrar, y por eso se propone metas imposibles? Ya sabes que yo soy más del "Alá proveerá"

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  2. Jejeje! Ahí le has dado. Es el no querer encontrar, no querer decidir.
    Y de eso va a ir el siguiente post, que espero poner en breve.

    ¡Espero que Alá provea!
    :-)

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