Esta imagen es un ejemplo de pantalla que puedes encontrar en la formación por ordenador, e-learning, concebida por un diseñador instruccional.
¿Qué es un diseñador instruccional?
Es un profesional de la enseñanza por ordenador. Su misión es ayudar a los estudiantes a encontrar sentido a la nueva información que les llega.
Esta forma de enseñar irrumpe de alguna forma en el aprendizaje que se produce de forma natural: siempre estamos aprendiendo. Aprendemos de forma activa cuando realizamos tareas o actividades, y de forma pasiva cuando reflexionamos sobre la vida. Recibir un curso es para el alumno un aprendizaje forzado, incluso aunque de él puedan derivarse experiencias positivas de aprendizaje.
La mayoría de la enseñanza se ha basado tradicionalmente en poner mucha información delante del estudiante, con el fin de que, de forma similar a una esponja, la absorba toda y sepa reproducirla. Esta forma de educar lleva al estudiante a memorizar sin entender, soltarlo todo en un examen, y olvidar automáticamente lo que nunca aprendió. De ahí lo inútil de enseñar con este método, que al mismo tiempo priva a los alumnos de un verdadero aprendizaje experiencial y más humano.
El diseñador instruccional, consciente de esto, elige aquellas partes de la información que es importante transmitir, dando instrucciones sobre cómo asimilarla, cómo utilizarla. Así, no propone cientos de estímulos contradictorios. Sabemos que la atención humana es muy limitada, y si se divide y reparte, desaparece pronto. Por ello, al formar, es necesario guiarla y mantenerla despierta. Literal y figuradamente.
Además, es importante dotar a la información de un contexto. De otra forma, es muy fácil ignorar elementos que se desconocen. Por ejemplo, cuando alguien escucha un término que no significa, tiende a eliminarlo de la información global que recibe, o peor, le da el significado que se le ocurre.
Lo interesante de las herramientas colaborativas, auténtica revolución en la enseñanza, es que, si 4 ojos ven más que 2, 40, 400, 400.000 ojos ven mucho, mucho más. Es el poder del compartir múltiples perspectivas, algo imposible con los sistemas de enseñanza tradicionales que, desgraciadamente, siguen en vigor.
Además de la colaboración, el buen aprendizaje que otorga un buen diseño instruccional es concreto, conciso, breve, claro, por lo que ayuda a centrarse en lo realmente importante en menos tiempo y con menos dinero.
El buen diseño de contenidos engancha. Es como una novela, como un best-seller. Hace que lo leamos con interés y lo recordemos incluso cuando no lo estamos leyendo. Para que el contenido enganche, debe ser claro y tener un sentido para quien lo lee.
Lo que engancha es, además, más que mera información. El simple hecho de presentar datos ante los ojos del alumno no hace que automáticamente los absorba, ni esto tendría interés alguno.
Para compartir algo más que información, el buen diseñador instruccional se centra en el alumno, no en los contenidos que quiere transmitir. Esto es clave. El alumno es el soberano de la formación. Sin él, no hay enseñanza. Frente a las teorías tradicionales centradas en el emisor de un mensaje, hace ya muchos años que emergieron teorías centradas en el receptor. El mensaje está bien comunicado si el receptor lo capta y comprende, y no si el emisor lo lanza con un formato espectacular.
Este interés por lanzar un mensaje centrado en el emisor es completamente humano: egocéntrico. Y sin embargo, quien mejor se comunica es quien es capaz de empatizar con el otro, de ser flexible a la forma de ser del otro, quien tiene un interés genuino en el otro.
Lo que importa por tanto no es la información que transmitimos, sino el significado que le da el receptor. Y es clave que el diseño instruccional sea “intencional” para que dirija al receptor a un solo significado, el que deseamos comunicar.
Además, la actitud con la que el receptor acoge esos contenidos es fundamental en el grado de aprendizaje. Muchas veces, el alumno no desea aprender, sino que “tiene que” hacer un curso por obligación. El aprendizaje es espontáneo y voluntario, por lo que motivar al estudiante se convierte en algo necesario.
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