sábado, 24 de diciembre de 2011

El valor de servir

Cuando vi la película Criadas y señoras (The Help) por mi cumpleaños, me hizo reflexionar sobre el acto de servir. Me pareció que son más humanos quienes sirven, pues van contra sus instintos, contra su ego. Los que sirven quedan detrás de la escena, la presencian como observadores pasivos: ver, oír, callar. Son criados, mayordomos, chóferes, limpiabotas...

Servir es un arte, un trabajo duro que requiere humildad, un gran corazón, dejarse a uno/a mismo/a para el final... Siempre he admirado el trabajo de los camareros tras una barra atestada en un bar: te saludan cuando entras, recuerdan lo que tomas al segundo día, un solo camarero tiene atendidas a unas veinte personas, te cobran en cuanto pides la cuenta. Trabajan a una velocidad impresionante, con bastante buen humor, energía, vitalidad. Lo veo como la excelencia en el servir.

Poco después tuve la oportunidad de volver a ver Lo que queda del día, con Anthony Hopkins. En un momento dado, el mayordomo reflexiona: “un hombre no puede darse por satisfecho hasta haber hecho todo lo necesario para satisfacer a su patrón”. Y creo recordar que lo dice cuando su propio padre fallece durante la película y él no está a su lado, al pie de su cama, sino que está sirviendo a su patrón.

Quizá hay una diferencia importante, un matiz, entre las criadas de la película y los camareros o este mayordomo: la libre voluntad. El trato que se daba a las “criadas” era cercano al trato a un esclavo. Era como decir: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”.

En el caso de Anthony Hopkins, él libremente entrega su voluntad al patrón. A partir de ahí, comienza una relación similar: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”, o también “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”, pero en la que ambos parecen estar de acuerdo. El que sirve por voluntad propia dice: “yo me pongo por detrás de ti, me pongo en último lugar”. En el caso de Criadas y señoras, las criadas se ven obligadas a ponerse en último lugar: no estaban con sus propios hijos y además, cuidaban los hijos de los otros.

Admiro a quien sabe servir, porque no se puede servir con agrado si no nace de dentro. Igual que no se puede obligar a alguien a ser espontáneo, ponerse en el último lugar y por detrás de otra persona a la que se sirve es un arte, o es aprendido a base de golpes.

Detesto la actitud de algunos “jefes” hacia sus “subordinados”, que siguen las mismas premisas de este cántico tan humano como inhumano: “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”. Afortunadamente, cada vez se extiende más la figura del directivo-coach, que busca colaboradores, no sirvientes.

Por todo esto, pienso que el valor del que sirve está muy por encima del servido, por eso me parece que el que sirve tiene cualidades más humanas.

Alrededor del servicio, por último, se me ocurren diversas expresiones en que la palabra aparece: servicio al cliente, actitud de servicio, servicio técnico, servicio post-venta... En todas estas actividades subconscientemente esperamos que la voluntad del que sirve se plegue a la nuestra, y no tiene por qué ser así.

Por ejemplo, en La vida secreta de las palabras, la enfermera sirve al quemado, le sirve correctamente y le trata con una delicadeza exquisita, pero su voluntad no se somete a la del enfermo. En la enfermera se puede distinguir claramente dónde termina su vocación de ayuda y dónde comienza su persona privada, que no está al servicio del enfermo y que es libre.

Respetemos al que sirve, sea por necesidad o por voluntad propia.

2 comentarios:

  1. La pelicula nos gustó mucho, muy humana y muy real.Y estoy contigo, admiro a los camareros que se acuerdan de lo que tomas, que aunque vayan corriendo te sonrien... si, es un arte.
    Respecto a los jefes... bueno, aunque el modelo que tu indicas si, es cierto que existe, el otro: calla y obedece es el reinante en las empresas españolas, y temo que por muchos años.

    Felices Fiestas!

    Tronan

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  2. Siempre he creido que todos somo iguales sin distinciones en raza, sexo, estatus social, laboral....... Nadie debe ser sumiso de nadie, debe ser un ten con ten, el jefe/a te paga porque realizas un trabajo a cambio en su beneficio. En el contrato inicial que se firma no existe ninguna cláusula en la que se indique que con la firma se acuerde la entrega de tu voluntad o dignidad como persona. Creo que que un camarero se acuerde de tus gustos o te atienda con rapidez tiene más que ver con su profesionalidad y forma de ser que con la sumisión a su jefe y su puesto. Solo es una opinión

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