Cambiarse de casa es una
situación ideal para deshacerse de un montón de trastos que en realidad no
utilizamos.
Este artículo del blog de Sindinero nos propone un lugar a donde enviar todo aquello que nos
sobra pero que preferimos reciclar: Madrid Recicla,
grupo que pertenece a Freecycle.org, una red sin
fines lucrativos dedicada a poner en contacto a interesados que deseen
reutilizar todo aquello que todavía tiene una vida útil.
Por poner un ejemplo, los libros
se han convertido en trastos. Es bastante triste verlo así. Pero intenta vender
un libro de segunda mano. Da igual que te costara veinte euros, lo vas a tener
que colocar por un euro, máximo cinco, dependiendo de su actualidad. Los libros
clásicos, estos que se leen en la etapa escolar, ya costaron unos cinco euros;
casi hay que pagar a alguien para que se los lleve. Además, el encanto de leer
un libro en papel, notar el tacto, pasar las hojas, subrayar pasajes… todo esto
se olvida cuando se trata de transportarlos de un lugar a otro, sabiendo que la
mayoría no los vas a volver a abrir, y tan solo los conservas para “verlos”,
ver el lomo junto al resto de lomos en la estantería.
En otro artículo se proponen un par de retos para ser capaz de deshacerse de los objetos que
vamos arrastrando. Si de pronto tienes que huir de tu casa, o salir
precipitadamente, dejarás atrás miles de cachivaches de todo tipo que en
realidad no estás utilizando.
- El reto de pasar la temporada con solo 33 prendas a mí no me parece tan complicado, no tengo muchas más porque las prendas no se encuentran entre mis debilidades consumistas.
- Me ha gustado más el otro reto: se trata de jugar con otra persona a ver quién aguanta más tiempo deshaciéndose cada día de un objeto más que el día anterior hasta completar un mes (es decir, un objeto hoy, mañana dos, pasado tres…). Te podrías deshacer de hasta 465 cosas, objetos, cachivaches, aparatos, libros… que siempre puedes regalar, vender, donar…
Estar de mudanza me recuerda a la muerte de Chanquete
Estar de mudanza me recuerda a la
muerte de Chanquete. Al principio no tenía claro por qué, tal vez por el
sentimiento de pérdida. Yo tenía 6 años cuando murió Chanquete, ese afable
abuelo que todos quisiéramos tener. En mi recuerdo, la muerte de Chanquete está
directamente conectada a las sevillanas “Algo se muere en el alma”:
Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va,
Y va dejando una huella que no se puede borrar.
Al buscar referencias de la
muerte de Chanquete en Internet, me sorprendí bastante porque Chanquete tiene
su propia entrada en Wikipedia, los
cortes en RTVE y youtube de “Chanquete ha muerto”,
“El entierro de Chanquete” y “Algo se muere en el alma”.
Además, Chanquete era uno de esos
individuos que había conseguido vivir con menos, conformarse con una vida
tranquila en su vieja embarcación varada en una colina. Es lo que defienden los
minimalistas Nicodemus y Joshua Fields,
mencionados en el artículo que comentábamos, y que se preguntan si son nuestras posesiones las que nos
poseen.
Justo antes de que Chanquete
muriera, estaba recibiendo presiones para que abandonara el terreno no
calificado en el que se asentaba su vivienda, un viejo barco llamado “La Dorada
1”, y que lo cediera “al progreso”, al “avance”, representado en
la serie como la inmobiliaria llamada Promovisa, “la empresa que sin pausa y
sin prisa…”.
A Chanquete le querían echar de
su hogar, hogar que las excavadoras destrozaron una vez muerto el viejo
pescador, y eso me evoca el momento en que la empresa de mudanzas empieza a
arramplar con tus posesiones para meterlas en cajas y el hogar se destruye ante
tus ojos, y sientes que tus posesiones te poseen, y que va a haber un lapso de
tiempo más o menos largo entre esta destrucción y la nueva construcción en que
no vas a tener un hogar, solo una casa.
Así que me pregunto y te
pregunto: ¿qué compone un hogar?