viernes, 8 de mayo de 2015

El buceo de raíz - el binomio fantástico

Estoy haciendo un curso de creatividad, un MOOC de ECO #CreativityMOOC, y se propone un ejercicio creado por Gianni Rodari, el binomio fantástico. Se trata de crear una historia uniendo dos palabras de universos diferentes. La historia avanza por la fuerza de la oposición de esos conceptos tan diferentes entre sí, de esas dos palabras que normalmente no encontramos juntas, y que nuestra imaginación tratará de relacionar, quizá en un mundo fantástico donde su relación tenga cabida.

Me ha gustado la idea y quería buscarlo complicado, este es el resultado:

Selección

He entrado en páginas que había visitado recientemente, y he cogido uno de los sustantivos en el título:
  • Buceo
  • Raíz

Combinaciones

He visto posibles combinaciones de estas palabras:
  • Buceo de raíz: un tipo de buceo en el que se penetra en el fondo marino.
  • La raíz del buceo: los orígenes del buceo, que están en Jean Jacques Cousteau.
  • La raíz que bucea: una zanahoria inteligente que además ha aprendido a bucear.
  • Buceo con raíz: un buceo ayudado por un aparato que se lanza con una ballesta hasta el fondo marino, y que enraíza al buceador en un área de 30 metros de diámetro.

Relato

He elegido la primera, y he escrito un pequeño relato, en el que al final se me han mezclado varias:

Acababa de sacarme la titulación de buceo avanzado en la que se permite la modalidad de buceo de raíz. Sin embargo, no me sentía segura de mí misma, porque en las prácticas todo había fallado: me quedé sin aire antes de tiempo, justo cuando estaba a medio salir del fondo marino, con medio cuerpo ya en el agua y el otro medio dentro de la tierra. No fue una experiencia agradable, pero el instructor me rescató en seguida.
Ese día además íbamos a bucear de raíz en zona de sirenas, es decir, la zona en que el fondo marino está habitado por seres que llamamos sirenas, pero que se parecen más a los calamares gigantes: tienen tentáculos y son algo agresivos. De todas formas, ver una sirena buceando es como ver un tiburón, casi hay que pagar para lograrlo. Una vez fuera del agua, tomando una cerveza con mi pareja, que es más de secano, tuve que admitir que jamás volvería a bucear, la experiencia había sido demasiado desagradable. Decidí dejar no solo el buceo de raíz, sino todo el buceo, y buscar otras actividades de ocio. Nunca olvidé cómo aquella sirena había rodeado rápidamente con sus tentáculos a mi compañero Mike, conocido como “la raíz que bucea” por ser una zanahoria que aprendió a bucear. Se ve que a las sirenas las zanahorias les parecen apetitosas. A través de su cuerpo semitransparente, tuve que ver cómo lo digería, cómo lo descomponía, y por último, la mirada de ese monstruo como valorando si continuar el festín conmigo. Usando la ballesta con la que nos habíamos impulsado hasta dentro de la tierra, hice un disparo inverso y salí hacia fuera, con los pies por delante, hasta que pude darme la vuelta y frenar la subida. Abajo, los tentáculos de la sirena se agitaron despidiéndose de mí… o advirtiéndome de que no volviera.